TEATRO PARA EL CAMBIO

   

Este es uno de los cursos que ofrezco y que más satisfacciones me produce, porque, aunque al principio cuesta mucho que los y las participantes se desaten y empiecen a disfrutar, una vez superado ese primer obstáculo, empezamos a ver los resultados en cada uno y en cada una de los participantes.
Como decía, al principio, todos tenemos miedos y reparos, miedo a ser juzgados, a no dar la talla, a no "hacerlo bien"... "Es que yo no sé nada de teatro"... y si no sabes nada de teatro, ¿cómo es que sabes si lo estás haciendo bien o no? Fue justamente en el teatro donde perdí el miedo a ser juzgado, sencillamente, porque nadie me juzgaba... tuve suerte con las personas con las que comencé. Eramos un grupo, un puñado de personas con ganas de pasarlo bien, hacer amigos y divertirnos. Y puedo asegurar que me divertí tanto que acabé en la escuela Superior de Arte Dramático en lugar de en la facultad de psicología.
Eso es lo primero que debemos hacer: confiar en nosotros mismos y en el grupo. Olvidarnos de eso de "juzgar", ya que quien es capaz de juzgar, ha perdido la capacidad de aprender, como dijo el filosofo. "Aquí no venimos a hacer las cosas bien, sino a aprender a hacer las cosas cada vez mejor". El teatro es el espejo de la vida... o el martillo que le da forma. Aquí no hay miedo al fracaso porque, incluso ese mismo fracaso es una fuente rica de información y aprendizaje. No tememos el fracaso ya que es el miedo al fracaso lo que mata nuestros sueños.

Desde el primer momento en que experimentamos la colocación orgánica del cuerpo y la libertad de movimientos, ya observamos cambios físicos y mentales. Aprender a respirar correctamente y notar desde el primer momento que nuestro cuerpo y nuestra mente lo agradecen. Nos vemos más ágiles, más grandes, más atrevidos, más relajados. Descubrir todo lo que podemos comunicar y expresar sin pronunciar una sola palabra. Sentir que tú comunicas y tus compañeros te escuchan y tú escuchas lo que ellos comunican. Sentir que formas parte de algo bello, que contribuyes a crear algo bello.
Jugamos. Eso es algo que hemos olvidado, la idea de jugar y el teatro nos lo permite. Jugar con nuestro cuerpo, con nuestra voz, con nuestras emociones... venciendo barreras, superando miedos enfrentándonos a ellos, asumir nuestros defectos y jugar con ellos, reírnos de nosotros mismos, con nosotros mismos y con el resto del grupo. El ser humano es teatrero por naturaleza. Todos hacemos teatro, todos. Y muchos han trabajado por concienciar de los beneficios de la práctica de este arte, no solo para el individuo, sino para la sociedad. Mucho antes de oír la palabra "EMPATIA" por todas partes y a todas horas, ya la teníamos, casi como un mantra, en el día a día de nuestras sesiones de ensayos. El actor, la actriz debe empatizar con el público y el público debe empatizar con lo que le pasa al personaje. Empecé a hacer teatro a los 14 años, en el grupo de teatro del instituto y me cambió la vida. No pretendo con este curso cambiar la vida a nadie (ya hay muchos actores y muchas actrices y poco trabajo, jejej) pero ya es un gran logro provocar pequeños cambios físicos, mentales y emocionales, pequeños cambios que mejoran nuestra calidad de vida.
 El arte
puede
cambiar
el
mundo
Puedes contactar conmigo si quieres que te cuente más cosas sobre esta propuesta lúdico-formativa


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